Y en tal sentido, agrega, la charla periódica sirve para tratar la problemática personal y los cambios de hábito de vida. La relación con el paciente tiene que ser tan intensa que éste recuerde los consejos y hasta la cara del médico cada vez que coma. Si solo se utilizan drogas y dietas los pacientes vuelven a engordar.
No es cuestión de que el paciente vaya al consultorio para hablar de trivialidades con el médico, si no repetir ciertos rituales: pesarse, medir los porcentajes de grasas, agua y músculo que van variando en el cuerpo, controlar la orina para evaluar la movilización de grasas, hablar sobre los ajustes del menú y los cambios de rutina sobre la actividad física.
La medicación es el ultimo recurso; la dieta y el ejercicio logran de por sí un descenso natural de peso. Así que, además del conocimiento de la problemática personal que dispara la gordura hay que acompañar al paciente; no es poca cosa para el paciente y tampoco para el nutricionista. El primero necesita desde un amigo hasta un psicólogo y un ecónomo, todo en la misma persona.